Un acontecimiento para la ciudad de Nueva Helvecia en general, y para el deporte y la educación, para la infancia y juventud, en particular, se vivió el pasado martes en el Club Nacional, donde se realizó el acto de entrega de la Empresa CUTCSA a la Plaza de Deportes “Prof. ROBERTO ROSSO” de nuestra ciudad.
Pero no es nuestro propósito referirnos a ese acontecimiento, que como dijo la Prof.Liliana Naviliat, es la concreción de uno de los numerosos sueños que “dispara” como una central generadora de iniciativas el Prof. Julio “Toté” Naviliat Méndez, conductor de esta fecunda etapa de ese centro educacional.
Lo que deseamos en estas líneas es resaltar la justicia y la pertinencia de haberutilizado esa instancia tan trascendente, con la presencia de la principal dirigencia de la Educación Física Departamental, así como autoridades locales, departamentales y nacionales, y también de niños y jóvenes que son habituales usuarios de la Plaza deDeportes, para realizar un homenaje a quien ha sido desde su humildad y espíritu deservicio, un símbolo de la Plaza de Deportes.
En efecto: en el corazón del programa estipulado –que iba a realizarse en la propia Plaza, pero que fue trasladado al Club Nacional por razones climáticas– se hizo entrega a Juan Sansberro, de un testimonio en reconocimiento a casi treinta años de laborininterrumpida.
El muy apreciado “Quitulo”, llegó a la Plaza a comienzos de la década del ’80, en una acción de apoyo de la Intendencia Municipal de Colonia, que aportaba mano de obra a instituciones públicas mediante el pase “en comisión” de funcionarios municipales a las mismas.
Recordamos que por la misma época, también se desempeñó en las mismas condiciones Néstor “Pechi” Suárez, pero en la Escuela de Lechería.
“Quitulo” recaló así en la Plaza y ya no se iría de ella hasta el presente, cuando ha iniciado sus trámites jubilatorios.
Lo conocemos a “Quitulo” desde la Escuela Nº 40 y sabemos bien que la vida siempre le fue dura; que tuvo que luchar contra la adversidad; con una familia numerosa; con un salario siempre escaso; “corriéndola” de atrás como tantos de nosotros, pero él con la agravante de perder a su esposa y sufrir quebrantos de salud que mermaron sus fuerzas.
Y en lo laboral, en la soledad de esa situación funcional que le dejaba al margen de sus compañeros municipales, y junto a funcionarios que eran sus compañeros de trabajo, pero que pertenecían a otras reparticiones (Comisión Nacional de Educación Física, UTU, Educación Secundaria).
Sin embargo, toda la inestabilidad de su situación y todo el lastre difícil de su vida personal, jamás pudieron hacerle perder su buen humor, su buena disposición, su generosidad en el esfuerzo. Y, sobre todo, su cariño para los niños y adolescentes que siempre encontraron en él a alguien en quien confiar, como también confiaban los padres y abuelos que, como decía “Toté” en el Homenaje, podían dejar tranquilos a sus niños bajo la responsabilidad de “Quitulo”, quien constituyó por sí mismo, la primera “guardería” local, cuando el término ni siquiera se conocía por estos lares.
Por eso la justicia de este reconocimiento, en un premio a la labor silenciosa, anónima, tenaz, abnegada. Una de esas labores que no tienen los brillos que sirven para destacar con bombos y platillos una tarea personal, pero que constituyen el fundamento, el cimiento esencial, para la sociedad.
Felicitaciones, Quitulo, y en ese beso que cada uno de los chicos presentes te dio elmartes en el homenaje, está tu maravillosa cosecha de afecto y respeto que te supiste ganar sin proponértelo.
Raddy Leizagoyen
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